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Etimologías

Etimologías

Chopo

El chopo es, literalmente, el árbol más popular de todos, ya que deriva del término latino populus, que significa pueblo. Su nombre científico es, precisamente, populus (en sus variedades de nigra, alba o tremula). Dado que la terminación latina “ulus” es un diminutivo, el término real es popus, dando en aragonés "pobo", en italiano "pioppo", y en francés "peuplier". En castellano, de popus se pasó primero a chopu y finalmente a chopo.

¿Que por qué se identificó a este árbol con el pueblo? Pues quizás porque el álamo (nombre con el que también se conoce al chopo) está omnipresente en muchos lugares habitados y ocupa un lugar destacado en las culturas de nuestro entorno, sobre todo en el ancestral rito de los “mayos”, el tronco que se planta en las plazas de los pueblos para ser escalado por los mozos más atrevidos. Antiguamente, en la zona de Bolonia, cuando nacía una niña en la familia, se plantaba una alameda, que se cuidaba hasta su boda, día en que se regalaba como dote.

 

Modorra

Seguimos en el mundo de los árboles, pues esta voz, procedente del vasco, sirve para designar al árbol trasmochado y sin ramas, que queda reducido a un tronco, y a la arboleda de estos trasmochos, que se conoce como "modortia" o "modordia" en euskera.  Los árboles así talados recibieron este nombre y como por su aspecto parecen sumidos en un sueño profundo y aletargado dieron lugar a la extraña locución castellana "dormir como un tronco".

 

Ramera

En la antigua Roma, en las casas de lenocinio era costumbre colgar en el dintel una rama de olivo para hacer patente su condición. Y donde había rama de olivo había rameras... 

Hacia finales de la Edad Media, era costumbre en España colgar un ramo en la puerta de las tabernas para indicar que no se trataba de viviendas particulares y llamar de esta manera la atención de los clientes. Las prostitutas disimulaban también sus negocios colgando en sus puertas un ramo, como si se tratara de tabernas.

Por esa razón, las comadres empezaron a llamarlas rameras, una palabra que les sonaba más púdica que prostituta o meretriz. Este vocablo aparece registrado por primera vez en español a finales del siglo XV, ocupando un lugar destacado en La Celestina (1499), de Fernando de Rojas.

En la antigua Roma, a los burdeles se les conocía como lupanares (hogar de las “lupas” o lobas) pues las prostitutas eran conocidas no como zorras sino como lobas. Extraño, pues, que la Ciudad Eterna sea precisamente hija de una loba.

En la Italia actual, a los puticlubs se les conoce como “locali a luci rosse”. Eso de las luces rojas viene probablemente por la costumbre de los ferroviarios de colgar en la puerta de los burdeles el foco rojo que utilizaban en su trabajo, mientras pasaban el rato entre tren y tren.

 

1 comentario

La Celes -

Pongamos un foco rojo..... en cada álamo de la alameda.....