Etimologías
Pontífice
Procede del término latino “pontifex”, que es la unión de “pons”, que significa puente, y “facere” que significa hacer, dando como significado “constructor de puentes”, entendiéndose en sentido figurado, “constructor de puentes entre los dioses y los hombres”.
En la Antigua Roma estos constructores tenían una gran consideración, dada la importancia de las obras que realizaban, pero es algo extraño que del sentido literal pasara a utilizarse, en su sentido figurado, para nombrar a los papas, por lo que para algunos se trata de una etimología popular sin demasiada consistencia, sosteniendo otra teoría algo más rebuscada, atribuyendo su origen a la palabra etrusca para sacerdote, que al parecer tenía cierto parecido con pontifex.
Sea como fuere, resulta algo paradójico que en las creencias populares de muchos países, el verdadero constructor de puentes por antonomasia sea el diablo. Existen infinidad de puentes del diablo (ponts du diable, ponti del diavolo, etc) en gran cantidad de países europeos, casi todos ellos de época medieval. Al parecer los lugareños, cuando no podían cruzar algún río, se les aparecía el diablo, y a cambio de su alma, ni corto ni perezoso, les construía un puente en cuestión de horas.
Hereje
Procede del griego “haeresis”, que significa “elección” y alude a una opción doctrinal distinta a la de la fe considerada verdadera, así que los herejes eran los que elegían una opción espiritual distinta de la ortodoxia o de la fe considerada auténtica.
Fémina
Es muy probable que esta etimología moleste a casi todas las mujeres, y con razón.
Fémina procede de los términos latinos fides (fe) y minus (menos), así que fémina significa “la que tiene menos fe”.
Los primeros sabios cristianos tomaron como modelo de pensamiento a Aristóteles, que fue quien primero enumeró los motivos más profundos de la supuesta inferioridad de la mujer, idea que se asentó en la moral cristiana con San Agustín y Santo Tomás, que consideraban a la mujer como un varón fallido, como un hombre incompleto y que por tanto no podía desarrollar casi nada, mucho menos la fe.